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Debutó a los 22 años en el cine egipcio a las órdenes del maestro Youssef Chahine. El público lo aceptó rápidamente como galán de moda, y así llegó a protagonizar 18 películas seguidas. Cuando David Lean buscaba actores árabes que hablaran inglés para Lawrence de Arabia, vio una foto de Sharif y quedó impresionado por la apariencia física del actor. El papel de príncipe Alí le reportó ser proclamado candidato al Óscar, lo que paradójicamente no le ocurrió con Doctor Zhivago, aunque sí ganara por este trabajo el Globo de Oro al mejor actor en 1966.
Establecido definitivamente en Hollywood, fue reclamado por directores de la talla de John Frankenheimer, Richard Fleischer, Fred Zinnemann, Francesco Rosi, Anatole Litvak, Blake Edwards, William Wyler y Anthony Mann.
Su filmografía, cercana a los cien títulos, llena de altibajos, ha recibido en los últimos años un nuevo impulso, especialmente gracias a El señor Ibrahim y las flores del Corán (François Dupeyron, 2003), por la que Sharif ha recibido diversos premios.
Su gran afición al bridge (sobre la que se ironizó en Funny Girl, en la que comparte reparto con Barbra Streisand) le ha interesado en ocasiones más que los rodajes, anticipándolos o posponiéndolos de acuerdo al calendario de competiciones internacionales de dicho juego.
En agosto de 2003 pasó un mes ingresado en prisión y obligado a pagar una sustanciosa multa por haber agredido a un policía en un casino francés.
Su hijo, Tarek Sharif, intentó emular la carrera del padre desde que David Lean lo contratara para el personaje de Zhivago niño en la secuencia del entierro.
El actor padecía la enfermedad de Alzheimer desde hace algún tiempo. Murió a la edad de 83 años, por un infarto.3
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