|
|
|
Nació el 29 de noviembre de 1898 en Belfast (Irlanda). Su padre, Albert era notario y provenía de una familia de granjeros de Gales que habían inmigrado a Irlanda. Había empezado como obrero y terminó como socio de una importante firma de ingeniería y armadores de buques. Su madre, Flerence Augusta Hamilton que hacía gala de una mente crítica e irónica. Ella provenía de una familia de clérigos y abogados y era la hija de un pastor protestante. Cuando sólo contaba 9 años de edad, su madre enfermó de cáncer murió. Esta muerte marcó su vida. No sólo le dejó huérfano sino que también le separó de su padre quien, bajo la presión de la enfermedad de su esposa, se había convertido en un hombre hosco con un temperamento imprevisible. A tierna edad Lewis ya había empezado a escribir narraciones fantásticas que ocurrían en un mundo donde los personajes eran animales. La imaginación, de un tipo o de otro, jugó siempre un papel preponderante en su vida. La lectura de la obra Sigfrido y el ocaso de los dioses lo envolvió en la pasión más pura por lo nórdico, llegando a ser un verdadero erudito en la materia. Durante su época de universitario sus sentimientos hacia la naturaleza se ensalzaron al más puro sentido de lo romántico, desplazando su primitiva pasión por la mitología nórdica que imperceptiblemente terminó por convertirse en un interés puramente "científico".Durante parte de su existencia Lewis buscó la felicidad a través de la belleza, en la creatividad humana, en la mitología nórdica, en los clásicos Platón, Aristóteles, Lucrecio, Cátulo, Tácito y Herodoto. Encontró belleza en Shelley y en Morris e inteligencia en Yeats. Aprendió francés para poder leer a Maeterlinck. Le sorprendió el lado salvaje del romanticismo Wilde y le interesaba la obra de Beardley. Toda su vida estuvo leyendo: Kant, Shopenhauer, Morris, Yeats, Tennyson, Voltaire.Estudió en escuelas privadas y completó su formación en la Universidad de Oxford. Fue tutor y miembro del consejo de Gobierno de Oxford entre 1925 y 1954. En 1954 fue nombrado profesor en la Universidad de Cambridge, en la cual, hasta su muerte, enseñó literatura inglesa medieval y del Renacimiento. Fue la Alegoría del amor (1936), un estudio sobre el amor cortesano en la literatura medieval el que consolidó su prestigio académico y le consagró como un gran estudioso y crítico literario. C. S. Lewis escribió asimismo las Crónicas de Narnia, una serie que se ha convertido en una obra clásica y de referencia obligada en la literatura infantil y que comenzó en 1950 con El león, la bruja y el armario. Se trata de una alegoría sobre la eterna lucha entre el bien y el mal bajo una concepción católica, en la que al final el creador del país de Narnia se inmola para salvar el mundo; aunque la obra rebosa optimismo y humor. Es una obra en la que resaltan el brillo y talento del autor, junto a una imaginación desbordante y a un lenguaje de riqueza extraordinaria. Un género que también cultivó su amigo J. R. Tolkien en El señor de los anillos. Sin embargo, Lewis es más conocido por sus análisis de problemas morales y religiosos resultado de sus vivencias: se educó en el protestantismo del Ulster, se hizo agnóstico por la influencia pagana de la lectura de los clásicos y abrazó el catolicismo tras largas discusiones con su amigo Tolkien. Su trilogía Perelandra, que comenzó con El planeta silencioso (1938), resultó ser una fusión sin precedentes de ciencia ficción, fantasía y alegoría. En la mayoría de sus novelas de ficción incluía numerosos elementos religiosos, y también escribió varias obras sobre el cristianismo. Entre sus estudios sobre las creencias del cristianismo tradicional, basadas en parte en sus conferencias radiofónicas para la BBC durante la II Guerra Mundial, figuran Más allá de la personalidad (1940), Milagros (1947), y La cristiandad (1952). Una de sus obras más populares es Cartas del diablo a su sobrino (1942), en las que un diablo anciano instruye sardónicamente a su aprendiz en los métodos de la tentación moral. C. S. Lewis describió su propia conversión al cristianismo en la autobiográfica Cautivado por la alegría (1955) y también recreó el mito de Eros y Psique en Mientras no tengamos rostros (1955). En 1956 se casó con la poetisa americana Joey Davidman, a fin de que pudiera evitar la expatriación. Su matrimonio duró sólo 4 años a causa de la enfermedad de ella, que murió en el 1960 cuando tenía 45 años de edad. C. S. Lewis murió el 22 de noviembre de 1963 en Oxford, a los 65 años de edad.
|
|
|