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Adriá Collado nació el 3 de agosto de 1972 en Barcelona, España. Finalizado COU y selectividad, Adriá decidió licenciarse en Geografía e Historia, y en Antropología por la Universidad Autónoma de Barcelona, donde sus compañeros le animaron a ser actor, profesión que le haría superar su timidez. Para pagarse las clases como intérprete en la Nancy Tuñon así como los curso de “el actor frente a la cámara” y Teatro del siglo de oro español, Adriá ejerció de modelo.
Sus primeros inicios como actor se localizaron en el teatro, medio en el que estrenó Eduardo II (Christopher Marlowe) y Salvats, obra en la que, según sus palabras, se encuentra el fragmento más duro que el haya interpretado: el asesinato de un niño.
Poco a poco consiguió papeles en series como Oh, Espanya, La saga de los Clark -dentro del espacio televisivo Lo + Plus-, y Estació D´enllaç que le allanaron el camino hacia el cine. En 1994 se produjo su debut en El porqué de las cosas en la que aparecía en una única escena. Al año siguiente Alan Parker le llamaba para un cameo en la película Evita. Paralelamente aceptó protagonizar algunos cortometrajes como Estocolmo.
En 1997 accedió a sus primer papel importante en una película, Mensaka, páginas de una historia, en la cual encarnó a Fran, un músico que abandonaba sus ideales y traicionaba su grupo de amigos de toda la vida en beneficio de una exitosa carrera. Gracias a dicha película Adriá quedó asociado a una generación de actores compuesta por intérpretes como Lola Dueñas, Tristán Ulloa, Laia Marull o Guillermo Toledo, especialmente reivindicativa y crítica contra toda clase de injusticias.
En 1998 estrenó Atómica, tras cuyo rodaje se incorporó al elenco de Hermanas, una serie en la que Adrià se puso en la piel de Alberto, un fotógrafo hijo de Ángela (Ángela Molina), una monja que le dio en adopción al nacer, y que se enamoraba de una novicia que residía en el convento al cual pertenecía su madre. La revista Fotogramas decidió incluirlo en su reportaje anual sobre nuevos valores, en la que confesó que gracias a su profesión se había visto obligado a superar su miedo a volar en avión.
En 1999 estrenó la cinta de terror El arte de morir, Sobreviviré –en la que fallecía a pocos minutos de empezar el metraje, no sin dejar embarazada a su mujer- y ¿Entiendes?, en la que interpretó a un futbolista gay. Desde entonces Adriá se ha forjado la imagen de actor moderno que combina varios géneros cinematográficos, alternando con frecuencia los directores debutantes con nombres ya más consolidados.
Ese mismo año entregó, junto a Daniel Guzmán y Joel Joan, el Premio Goya a la mejor actriz revelación a Ana Fernández: ya era un miembro oficial de la profesión, algo que se ratificó cuando Carlos Saura requirió sus servicios para Buñuel y la mesa del Rey Salomón (2001) , cinta en la que el actor encarnó a un Federico García Lorca que contemplaba su propio fusilamiento en una mesa con poderes mágicos que permitía vislumbrar el futuro de quienes se reflejasen en ella. Adriá se preparó leyendo varias obras del escritor granadino. Junto al realizador y sus compañeros de reparto (Ernesto Alterio y Pere Arquillué) viajó al Festival de Cine de San Sebastián, en el cual la crítica masacró la cinta, salvando el trabajo de los intérpretes.
En 2002 rodó El sueño de Ibiza -en la que se puso en la piel de un hippy- y Fumata blanca , en la que encarnó a su sacerdote que perdía su fe en la curia vaticana al descubrir que su mentor (Cardenal Giovanello: Héctor Alterio) se vendía a los intereses mercantiles de Roma tras haber luchado contra ellos . A estos títulos se le sumarían Bloody Mallody y Cámara oscura, un thriller en el que le tocó en suerte a un hombre a punto de convertirse en padre de familia y que trataba a su mujer de forma un poco autoritaria.
En 2003 Elena Arnao sugirió su nombre para el casting de la serie Aquí no hay quien viva, en la que incorporó a Fernando, el novio de un periodista llamado Mauri (Luis Merlo), que lograba desahogarse como individuo al anunciar su públicamente su condición de homosexual. La serie se convirtió en un fenómeno social y Adriá no dudó en considerar el trabajo de Luis y el suyo propio como “un bien educacional”. Por esas fechas arremetió contra la gestión de la información del gobierno del PP durante el 11M.
A pesar de ello en 2004 abandonó en pleno éxito la serie, aunque la fama alcanzada con ella le permitió ejercer de jurado en un desfile de modelos. Durante un año rodó Proyecto:Cassandra, Km 36 –cinta de terror filmada en Mexico basada en el mito de la llorona- y Aislados, película independiente en la que colaboró en casi todas las fases de producción.
En 2005 regresó a Aquí no hay quien viva. En la nueva temporada Fernando y Mauri consolidaban su relación tras haber intentado adoptar a un niño inadaptado -invención de los guionistas que desató las furias del Foro de la familia, no así de la Asociación de Usuarios de Comunicación- y de haber fundado juntos un despacho de abogados, en el que Mauri sólo aportaba el capital. A lo largo de esa cuarta temporada, la pareja consolidaba su relación de diversas maneras, entre ellas bailando travestidos en un cabaret, hasta el punto de que al final decidían casarse. Apenas unas semanas antes de ese evento ficticio, Adriá había elogiado a su compañero de reparto, Luis Merlo, considerándolo uno de los mejores intépretes del país.
Adriá combinó el rodaje con la apertura de un restaurante de comida japonés llamado Osakana –situado en Barcelona-, la filmación de Películas para no dormir: para entrar a vivir –en la que hacía de un hombre que compraba un piso no exento de peligros-,El síndrome de Svensson, y Está en el aire, una comedia en la que incorporó a un Nacho, un treintañero abandonado por su novia.
En 2006 aceptó protagonizar DOS (Laberinto de espejos), donde interpretó a un hombre con una vida tranquila -mujer e hijo incluido- que ve fallecer a un treintañero idéntico a él por la televisión.
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