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Pablo Trapero nació en San Justo, La Matanza, en la provincia de Buenos Aires en Argentina, el 4 de octubre de 1971. Realizó estudios universitarios de cine, y tras rodar varios cortos, descolla con su primer largometraje, de 1999, Mundo grúa, presentado en Venecia. Es un momento en que el cine de su país empezaba a traspasar fronteras gracias al trabajo de directores como Fabián Bielinsky (Nueve reinas) y Juan José Campanella (El hijo de la novia), lo que permitió debutar a cineastas prometedores.
Cannes se fija en Trapero en 2002, cuando selecciona El bonaerense para su prestigiosa sección “Un certain regard”. El film sorprende, pues retrata la corrupción policial a través de un ratero experto en descerrajar cerraduras, pues al poner su talento al servicio de las fuerzas del orden descubre un mundo mucho peor que aquel del que proviene. La buena acogida lleva a Trapero a crear su propia productora en Buenos Aires, Matanza Cine, con la que además de sacar adelante sus siguientes filmes estableciendo contactos con interesantes socios en el panorama internacional, apoya a otros directores iberoamericanos. Será socia de la compañía su esposa y musa Martina Grusman. Trapero ha producido largometrajes y documentales comoCiudad de María, de Enrique Bellande, o La mecha, de Raúl Perrone.
A pesar de la recepción a El bonaerense, sus siguientes trabajos, Familia rodante (2004) -que sigue a una familia que viaja en caravana con motivo de una boda- y Nacido y criado (2006) -sobre las dificultades para sobrellevar las secuelas de un accidente-, no llaman tanto la atención. Sin embargo el segundo título permite trabajar a Trapero con la que será su esposa, Martina Gusman, con la que tiene actualmente un hijo. Gusman estará a partir de entonces en todas sus películas.
En 2008 da un paso de gigante en Cannes, al lograr que Leonera sea seleccionada para la sección oficial. La película sigue sus habituales pautas de realismo mugriento y áspero, casi documental, al describir las tribulaciones de una mujer embarazada -Martina Gusman- condenada a prisión.
Seguramente el film más popular de Trapero es Carancho (2010). Ficha para el mismo al actor argentino más popular, Ricardo Darín, y pergeña una trama de abogados “buitres” al acecho de accidentes que permitan reclamar indemnizaciones. De nuevo aborda el cineasta la temática de la corrupción, y aunque su mirada sigue siendo tranquila y plomiza, conecta mejor con el gran público. Es lo mismo que ocurre con Elefante blanco (2012), de nuevo con Darín, que sigue el trabajo y las contrariedades a que se enfrentan dos sacerdotes comprometidos en una barriada miserable de Buenos Aires. Tanto este film como el colectivo 7 días en La Habana, donde Trapero firma uno de los segmentos, fueron escogidos para secciones de Cannes, lo que da idea del predicamento del cineasta en el actual panorama de Séptimo Arte.
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