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Autodidacta convencido, Jean-Pierre Jeunet empezó en el cine como otros muchos realizadores: dirigiendo sus propios cortometrajes. Para ganarse la vida, Jeunet rodaba anuncios y video clips para la televisión. Apasionado de los dibujos animados, en sus inicios también dirigió dos cortometrajes animados. Todas estas experiencias, unidas al personal estilo de sus creaciones y a la buena acogida que tuvieron sus primeros trabajos, le permitieron embarcarse en su primer gran éxito para la gran pantalla, la exitosa comedia Delicatessen (1991).
Escrita y dirigida por Jeunet con la ayuda de su viejo colaborador y amigo Marc Caro, la película obtuvo incontables premios y situó al director nacido en el Valle del Loira entre los más apreciados de Europa. Pero el éxito siguió con otra película también cargada de poesía: La ciudad de los niños perdidos (1995), que supuso su confirmación definitiva a nivel internacional. Jeunet decidió entonces emprender la aventura americana y se dejó seducir por la 20th Century Fox para filmar el cuarto episodio de Alien: Alien Resurrection(1997). Sin duda, todo un cambio de registro en su carrera.
De vuelta a Europa Jeunet se decidió a poner en marcha su último gran proyecto: la fabulosa historia de Amelie Poulain, la entrañable muchacha que se pasa la vida ayudando en secreto a sus peculiares convecinos. El éxito fue tremendo. Los premios y reconocimientos se sucedieron y Amelie (2001) le dio a Jeunet su sexto César y cinco nominaciones a los Oscars.
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