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Su ingreso formal a la industria se produjo con la adaptación de la novela de Elena Garro Los recuerdos del porvenir (1968).
Después de un breve periodo caracterizado por producciones poco afortunadas, Ripstein encontró en 1985 a la escritora Paz Alicia Garciadiego, quien se convirtió en su mancuerna más efectiva. A partir de El imperio de la fortuna (1985), el binomio Ripstein-Garciadiego emprendió un viaje directo rumbo a la definitiva internacionalización de la filmografía ripsteiniana. España y Francia le rindieron tributo a través de muestras, exhibiciones y premios, y su nombre comenzó a mencionarse repetidamente junto al título de "el mejor director mexicano de nuestro tiempo".La soledad de las almas y la imposibilidad de cambiar la propia naturaleza son temas recurrentes en la filmografía de Ripstein. Variaciones sobre estos temas se localizan en todas sus películas, particularmente en El castillo de la pureza (1972), Principio y fin (1993), La reina de la noche (1994) y Profundo carmesí (1996). Sus filmes han sido calificados como lentos, sombríos y depresivos. El plano-secuencia es su herramienta fundamental para la puesta en escena. Estas características han hecho de Ripstein un director controvertido: amado y odiado por partes iguales, pero nunca ignorado. En una década amarga para la producción cinematográfica en México, Ripstein ha sido el único director capaz de sostener un ritmo constante de producción: nueve películas en poco más de diez años. De ahí que sea lógico esperar que este aún joven director mexicano tenga una larga y fructífera carrera por delante. Controversias aparte, Arturo Ripstein es, hoy por hoy, el único realizador mexicano con trascendencia internacional.
Desde entonces dirigió las siguientes películas
Carnaval de Sodoma (2006)
La virgen de la lujuria (2002)
Así es la vida (2000) (basada en Medea)
La perdición de los hombres (2000)
El coronel no tiene quien le escriba (1999, basada en la novela homónima de Gabriel García Márquez)
El evangelio de las maravillas (1998)
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