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Nicolas Winding Refn nació en Copenhague, Dinamarca, el 29 de septiembre de 1970. Su madre, Anders Refn, es una prestigiosa montadora de películas, colaboradora habitual de Lars von Trier. Tal hecho, su misma nacionalidad y el que compitieran ambos en Cannes en 2011, hacían obligado el pronunciamiento de rechazo de Refn por las polémicas declaraciones de Von Trier en este festival, donde declaró sentir simpatía por Adolf Hitler, aunque rechazara sus acciones. Von Trier recordaría que le conocía desde crío y que a su opinión sólo podía comentar “¡Que se joda!”, mientras que el otro le describía como “chico de campo”, que había montado su habitual show de comedia, que empezaba a ser rutinario.
Con ocho años, Nicolas Winding Refn se trasladó con sus padres a Nueva York. Volvería a Copenhague para terminar el instituto, pero de nuevo haría las Américas, matriculándose en la neoyorquina Academia Americana de Arte Dramático. El cineasta en ciernes era todo un carácter, pues en una ocasión estampó un pupitre contra una pared, hecho determinante para su expulsión de la institución. Decidido a seguir formándose como artista, Nicolas Winding Refn pidió la admisión en la Escuela de Cine Danesa, donde fue aceptado. Pero estando nuevamente en Copenhague, un mes antes de empezar las clases, un corto escrito, dirigido y protagonizado por él, y emitido por un canal televisivo de cable, llamó la atención. Alguien pensó que allí había ideas suficientes para pergeñar un largo, de modo que con sólo 24 años Refn se olvidó de la escuela y pudo firmar su primer y aclamado largo, la sorprendente Pusher: un paseo por el abismo (1996), que daría pie a una trilogía con las secuelas de 2004 y 2005, que retomaban personajes secundarios del original, convertidos en protagonistas.
Las tres películas suponen una vigorosa mirada al mundo del narcotráfico y la delincuencia en Copenhague, y sorprenden por su enorme dinamismo, la descripción de personajes y la inusitada violencia. Los trapicheos de un camello que no puede pagar una deuda, la salida de un criminal de la cárcel, los intentos de un proveedor para celebrar el cumpleaños de su hija, servían para plantear historias que atrapan, con ciertos dilemas morales, y que él admitía que podían describirse como narraciones que “empiezan con algo de violencia y luego terminan con mucha violencia”. Su descripción de los bajos fondos tendría sin duda influencia en series televisivas de corte realista que pintan la podredumbre de estos submundos, como Los Soprano y The Wire (Bajo escucha). El background de Nicolas Winding Refn, nórdico europeo y norteamericano, contribuyó sin duda a una singular simbiosis en el tratamiento estético y temático de unas tramas que según él hablaban especifícamente de la autenticidad. Convencido del interés de sus historias y de su condición de artista, Refn no duda en citar
a William Shakespeare para decir que “si viviera hoy en día escribiría sobre el crimen, no sobre la realeza”.
Conecta con Pusher, aunque a priori presenta personajes más normales, Bleeder (1999), que sigue a varios individuos de barrio en Copenhague, cuyas peripecias tienen un videoclub como cierto nexo de unión. En 2003 Nicolas Winding Refn dirige su primera película en inglés Fear X, protagonizada por John Turturro y bien recibida en Sundance. Seguirían las mencionadas secuelas de Pusher, vuelta pues a rodar en danés, pero la consagración definitiva como director de culto vendría con la también ultraviolenta Bronson (2009), con un sorprendente Tom Hardy en el papel principal, y que sigue a un auténtico y peligrosísimo criminal británico, que que pesar de estar encerrado en prisión, ha protagonizado increíbles altercados; el film, rodado como es lógico en inglés, ha sido comparado con acierto con La naranja mecánica, y muestra el horror del mal cuando sigue mecanismos irracionales y, por tanto, imprevisibles.
A renglón seguido Nicolas Winding Refn abandona las historias urbanas contemporáneas que le han dado fama para abordar una historia de guerreros medievales que asegura le ha rondado la cabeza desde los 17 años. En Valhalla Rising, sigue las andanzas del colosal guerrero Un-Ojo en tierras de Escocia, entre paganos y cristianos. Se trata de un film críptico con un misterioso viaje a las cruzadas que lleva en cambio a otro inesperado lugar, y aunque está bien presente la violencia explícita característica del autor, por sus silencios y simbolismo puede decirse que encaja en la tradición de las obras trascendentes de Ingmar Bergman y Carl Theodor Dreyer. Aunque, curiosamente, su director lo ha comparado con la ciencia ficción y los pioneros de los viajes espaciales.
Lejos de dar lugar a una crisis, cumplir 40 años ha supuesto para Nicolas Winding Refn su consagración como director, al ser premiado en el festival de festivales. En efecto, su primera participación en Cannes le ha supuesto el galardón al mejor director. Drive, película que supone su debut en Hollywood, le ha asociado al actor Ryan Gosling, con el que también va a rodar un remake del título de ciencia ficción La fuga de Logan para Warner. La película fue una propuesta de Gosling, admirador del cine de Refn. Adaptación de una novela de James Sallis, sigue las vicisitudes de un conductor especialista en escenas de acción para el cine, que por las noches colabora como chófer en robos. En la más pura tradición del cine negro, se enamorará de su vecina, cuyo marido está en prisión por sus relaciones con la mafia. Nicolas Winding Refn parece muy ligado a Gosling, pues el cineasta ha llegado a comparar su unión a las mantenidas por Steve McQueen y Peter Yates en Bullitt, y Lee Marvin y John Boorman en A quemarropa. Además, Refn se apresta a rodar en Tailandia Only God Forgives, con Kristin Scott Thomas y Luke Evans.
Nicolas Winding Refn está casado con la actriz Liv Corfixen, que trabajó en sus filmes Bleeder y Fear X, y tiene un hijo. La relación con su esposa fue tratada en un documental de 2005, Gambler.
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